Pronunciar esta meditación atraerá a las hadas para transformar nuestras vidas:
Mi hada, percibo el calor del sol en las piernas y me siento bendecida por la calidez del instante, sumida en la vivencia del ahora.
Mi hada, me tienes embelesada en la belleza del momento, ésa que toma las alas del corazón
y me muestra la sencillez de ser.
Hermanada con el instante, me elevo serena y ando sin preocupaciones por el camino de la vida. Inmóbil noto mi latido unificado con el de todos, mientras me emociono por la naturalidad del proceso, tan limpio e inocente como la mirada de un niño.
Es la humildad una actitud (a través de la cual nunca debe dejarse atrás la propia coherencia, integridad ni la dignidad) y a través de la cual florece la personalidad del ser, aquella que endulza hasta lo negativo y lo disuelve en la nada.
Un halo de luz divina me baña el rostro y me recuerda que los ángeles andan cerca, irradiando aquello que tomo con agradecimiento y me enraiza al milagro del ahora.
La estabilidad de los árboles nos transmite el saber estar en cada momento, sonriendo a las circunstancias, prestando atención a sus enseñanzas, permaneciendo impasibles cual testigo observador de la propia existencia.
Mi hada, siento tu magia cada vez más cerca y como tus palabras fluyen en mi río interior, cristalino, profundo, éstas se quedan dentro de mí para ser integradas.
Gracias por estos instantes de paz donde siento y no pienso, volando hacia el camino de regreso a casa, ésa que ahora contemplo con dulzura y que me reconoce como hija.
En silencio sigo contigo y es precisamente mi silencio interno quien me hace trascender el ruido como camino de regreso a lo que siempre fui.
Cada segundo que paso contigo, mi hada, me doy cuenta del gozo que significa formar parte del latido del despertar.
Me acurruco en tu regazo luminoso, mi hada, cuando la luna se enseñorea del horizonte y me invita a quedarme dormida, mientras las estrellas custodian mis sueños y los tiñen de infinitud y grandeza. En ellos subimos tú y yo, mi hada, a una carroza que nos espera en la bóveda celeste y durante el camino, descubro quien soy y adonde me dirijo.
Me despierto sin hacerme preguntas, simplemente, volviéndome transparente al ahora, cediendo y permitiéndome erigirme en un mero canal donde todo pasa a través de mi y de nada me apodero pues en el vacío de la esxistencia, me reflejo en lo que realmente soy en un acto espontaneo donde me despojo de lo que era.
En esa vacuidad me disuelvo contigo, mi hada y solo queda la luz. Me extasío ante tanta perfección. Ahora es cuando realmente te veo, mi hada, y es como si fuéramos la misma alma hadada, despierta y juguetona y, desde esta posición, comprendo el lenguaje de los animales y lloro al sentirme en completa unidad con la Madre Naturaleza.
Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustraciones: Pastel